El ser humano está en constante estado de cambio. La capacidad de razonar nos permite auto evaluarnos y reconocer nuestras estructuras; desde sus bases hasta su fachada, haciendo que el ser se encuentre en un constante estado de dualidad, introspección y permitiéndole reestructurarse. Por ende, por medio de acabados, desgastes y diferentes materiales se busca plasmar este proceso continuo de reconstrucción en el que el ser crea y destruye a su merced aspectos de sí para dar paso a una personalidad contemporánea, conectada con su contexto y consigo mismo. Haciendo de la Reconstrucción un acto de evolución social, cultural y personal.